¡Hola, hola!
Se acaba el año y, como suele pasar en estas fechas, una empieza a mirar hacia atrás con el corazón un poquito más abierto. Este año me regaló muchas historias, momentos intensos y aprendizajes que llegaron sin avisar. Hoy quiero compartir algunos de ellos contigo, no desde el rol de wedding planner, sino desde un lugar mucho más personal.
Aprendí —una vez más— que la vida es impredecible. Puedes planear una boda al aire libre durante meses, cuidar cada detalle, revisar el clima una y otra vez… y aun así, el gran día puede llegar con lluvia. No siempre se puede controlar lo que pasa, pero sí como lo vivimos. He visto parejas reír bajo la lluvia, abrazarse más fuerte y convertir lo inesperado en uno de los recuerdos más lindos de su historia.
También aprendí que a veces las cosas no salen como se soñaron. Invitados que cancelan a último momento, vuelos que se retrasan, proveedores que no llegan a tiempo, discursos que nunca se dan, cambios sobre la marcha que obligan a improvisar. Todo eso pasa. Mucho más de lo que se muestra en redes. Y aún así, la celebración sigue. La vida sigue.
Con los años me he dado cuenta de algo muy claro: nada es más importante que la actitud. He visto cómo las personas con buena energía y una mirada amable hacia la vida disfrutan más el presente. Y es que el presente es lo único real que tenemos. El pasado ya fue. El futuro es incierto. Lo único que existe es este momento, aquí y ahora.
Este también fue un año de mucho aprendizaje personal. De confirmar que somos humanos, que nos equivocamos, que no siempre hacemos todo perfecto. Pero también de entender que nunca es tarde para empezar de nuevo. Nunca es tarde para corregir el rumbo, para crecer, para volver a intentarlo con más conciencia y más calma.
Si hay algo que sigo reafirmando año tras año es mi amor por Bolivia. Por su gente, por su talento y por todo lo que se crea con identidad y corazón. Por eso, junto a mi equipo, seguimos apostando por productores locales y por manos bolivianas. Creemos profundamente en apoyar lo nuestro y en construir desde aquí.
No todo es fácil. De hecho, muchas veces lo que más cuesta es lo que más vale. Lo que exige paciencia, constancia y compromiso suele ser lo que, con el tiempo, se vuelve sólido, auténtico y duradero.
Cierro este año agradecida. Por cada historia, por cada desafío, por cada error y por cada aprendizaje. Y abro el próximo con la misma intención de siempre: vivir con buena actitud, confiar en el proceso y disfrutar el camino, incluso cuando no sale como lo planeamos.
Gracias por estar, por leerme y por acompañarme un año más.
Nos vemos en el próximo capítulo. ✨
Con cariño,
Pame 🤍

