¿Recuerdas tu primer día de clases? El miedo y los nervios por empezar una nueva etapa; en ese instante no tenías ni idea de todos los recuerdos que ibas a almacenar en el corazón, ni de toda la gente que te iba a marcar, haciéndote un poquito mejor: amigos, profesores, compañeros de vida…
Es por eso, que hay ocasiones, que merecen una celebración especial. Finalizar los estudios con éxito, es uno de ellos.
Rememorar todos los momentos compartidos, felices, a veces tristes, pero cargados de mucho aprendizaje y superación; el apoyo incondicional de la familia; la relación de hermandad y lazos que se generan durante años.
Por fin, ha llegado el momento de ponerse la toga, el birrete y el mejor outfit pues la ceremonia y la fiesta de graduación van a ser dos de los eventos que más vas a recordar durante tu vida.
No solo porque dan cuenta del cierre de una etapa, sino porque también es un encuentro de sentimientos y emociones, esos abrazos que no quieres que terminen, la complicidad y fraternidad que perdurarán, aunque cada quien tome su propio camino.
Lo importante es que este día quede grabado para siempre en tu mente y tu corazón.
Ese es el propósito que me motiva a producir y planificar a detalle aquello que marque la diferencia, personalizando cada graduación, desde la logística, la comida (postres, bebidas), la ambientación, los colores, el equipamiento y montaje, apuntando al concepto que se elija.
Lo esencial en este tipo de eventos, es que los graduados, sus padres y familia puedan disfrutar y compartir la alegría de estar juntos y haber logrado un objetivo, brindando por los desafíos que se vienen.